El caso es que los mamuts se extinguieron entre el año 16000 y el 2000 a.C aproximadamente, coincidiendo con el final de la última glaciación. El cambio climático trajo un aumento importante de temperatura que, a su vez, modificó los ecosistemas en otros aspectos: humedad, hábitats, vegetación… A todo ello habría que sumar la aparición de nuevas enfermedades y la presión cinegética del Hombre. Algunos grandes mamíferos coetáneos, como el bisonte, lograron adaptarse a esta transformación pero el mamut no.
En América del Norte fue entre el 10500 y el 7500 a.C., según revelan los análisis de ADN hallados en muestras de heces en Alaska. Si me refiero a ese continente en concreto porque, si bien hasta ahora el mejor sitio para encontrar restos de mamut era Siberia (donde algunos ejemplares se han desenterrado casi enteros y aceptablemente bien conservados, lo que ha desatado la propuesta de clonarlos), pudiera ser que Estados Unidos se sumara como yacimiento potencial, visto lo ocurrido a finales de septiembre.
Y es que un granjero de Washtenaw, en las afueras de Detroit (Michigan) se topó con uno de los esqueletos más completos de mamut jamás hallados por esos lares, donde ya había aparecido una treintena de ellos. James Bristle estaba trabajando en su campo de soja con la ayuda de su vecino Trent Satterthwaite intentando drenar agua cuando, tras cavar dos metros y medio golpearon con sus palas lo que en principio creyeron que eran postes de una valla. Al quitar un poco más de barro descubrieron que no era madera sino algo mucho más impresionante: huesos.
Tan grandes que, en un primer momento, pensaron que corresponderían a un dinosaurio. Los paleontólogos de la Universidad de Michigan que acudieron a hacerse cargo del asunto completaron la excavación con un equipo de colaboradores, excavadora incluida, y subsanaron el error; la osamenta no era de un saurio sino de un mamut al que calcularon unos 15.000 años de antigüedad. Y, dado que le faltaban partes, suponen que probablemente murió a manos de cazadores humanos; era costumbre llevarse trozos y dejar el grueso del cuerpo sumergido en un pantano para volver más tarde a recuperarlo.
El esqueleto ha sido trasladado a instalaciones universitarias para limpiarlo bien y estudiarlo a fondo. Así se podrá determinar con detalle su especie y saber si se trata de un Mammuthus primigenius (mamut lanudo) o de un Mammuthus jeffersonii (un híbrido entre el anterior y el Mammuthus columbi). De momento se ha podido calcular la edad que tendría al morir: unos 40 años.