miércoles, 23 de diciembre de 2015

HOMO NALEDI DE CERCA

Hace algo más de dos meses, el 10 de septiembre de 2015, volvieron a tambalearse los frágiles cimientos de nuestros conocimientos sobre la evolución humana. Justo ese día el mundo se hizo eco de uno de los mayores descubrimientos evolutivos que se gestaba desde hacía ya dos años, el descubrimiento del denominado Homo naledi.
No es mi intención escribir sobre los cuantiosos hallazgos que han tenido lugar en este último siglo en en busca de comprender la evolución humana, una tarea demasiado ardua para la que aún no me siento capacitada. Por ello y para poner en contexto el presente artículo, adjunto el siguiente esquema, donde podemos ver nuestra posible línea evolutiva más reciente, junto a tres probables adscripciones del Homo naledi, como más tarde comentaré. 
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Posible línea evolutiva. FUENTE.
El descubrimiento de este nuevo hominino tuvo lugar el 13 de septiembre de 2013, cuando Tucker y Hunter, dos espeleólogos aficionados, penetraron en un sistema de cuevas llamado Rising Star, situado al noroeste de Johannesburgo, en la provincia sudafricana de Gauteng. Ambos espeleólogos fueron advertidos previamente por Lee Berger ante la posibilidad de encontrar restos arqueológicos, ya que el sistema kárstico forma parte de un conjunto de yacimientos paleontológicos y arqueológicos denominado Cuna de la Humanidad, considerados en 1999 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Sección transversal de la cueva Rising Star. FUENTE.
Para llegar a la cámara Dinaledi, donde reposaban los restos fósiles, ambos espeleólogos atravesaron el denominado “pasadizo de Superman” de unos 25 cm de alto hasta llegar a otra cámara, para volver posteriormente a descender por un nuevo pozo de 12 metros de profundidad denominado “espalda del Dragón”. Cual fue la sorpresa de ambos cuando al posar los pies sobre el suelo de la nueva cámara había huesos por todas partes, sin quererlo se encontraban ante un hallazgo sin precedentes.
Seis jóvenes profesionales fueron las elegidas, por su experiencia y complexión física, para la ardua tarea de excavar el registro fósil. Se llevaron a cabo dos campañas, en octubre de 2013 y en marzo de 2014, en las que, en tan solo 15 centímetros de potencia, consiguieron recuperar 1413 muestras de hueso y 137 muestras dentales aisladas, correspondientes a 15 individuos como mínimo.
El material óseo presentaba características muy arcaicas similares a las que podemos encontrar en el Homo habilis o incluso en Austrolophitecus, y otras características muy modernas, semejantes al Homo sapiens. En ese momento Lee Berger se percató del alcance del hallazgo, denominándolo Homo naledi. Naledi significa “estrella” en sesotho, lengua propia del pueblo sudafricano sotho.
Para el estudio del material óseo, Lee Berger decidió convocar nuevamente a más de una treintena de jóvenes investigadores que analizarían los restos durante tres semanas formando grupos de especialización.

Comparación cráneo Homo naledi y humano moderno. FUENTE.
Empezando su descripción por el cráneo, éste muestra características muy ambiguas. Por un lado tenían una capacidad craneal de 560 cc para varones y 460 cc para hembras (debido al dimorfismo sexual, más acusado en nuestros ancestros), es decir, menos de la mitad de la capacidad de un humano moderno. Esto quiere decir que poseían un cerebro muy pequeño, más parecido al de un Austrolophitecus que a cualquiera del género Homo. El cerebro humano fue desarrollándose en tamaño a lo largo de la evolución, pues la inteligencia es la mejor herramienta para la supervivencia. Su cara presenta rasgos arcaicos como un torus supraorbital marcado, cierto prognatismo mandibular y carencia de barbilla. A pesar de ello, sus dientes son pequeños y las marcas musculares que se pueden apreciar en hueso también, lo que implica que no necesitaban realizar grandes esfuerzos para la masticación, rasgo que siempre se ha asociado con la capacidad de poder procesar alimentos.
La posición de su clavícula, la curvatura y longitud de sus falanges, son indicativos de la posibilidad de trasladarse trepando por las ramas, como podemos observar en ciertos primates hoy día. Por otro lado, la forma y composición de los huesos de la muñeca y la palma de la mano, y el aspecto del dedo pulgar son muy modernos, lo que sugieren la capacidad de fabricar útiles.
Tanto sus pies como sus rodillas son muy similares a las del Homo sapiens, exceptuando la ligera curvatura de sus falanges. Los huesos que componen las extremidades inferiores, fémur, tibia y peroné, son largos y robustos, con grandes inserciones musculares. Estos rasgos son indicativo de bipedismo, es más, sugieren la posibilidad de que el Homo naledi podía recorrer grandes distancias, casi de la misma manera que un humano moderno. La mayor diferencia que presenta su aparato locomotor es la forma de su pelvis que presenta una forma muy primitiva, abriéndose hacia los lados y siendo muy corta en su longitud.
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A pesar del estudio antropológico pormenorizado que se ha realizado sobre este nuevo especimen, son muchas las dudas que suscita y que sus descubridores aun no han sabido despejar.
La primera de ellas y la más importante en mi opinión, es la cronología que presenta. No ha sido posible llevar a cabo ninguna datación pues los sedimentos presentes en la cámara no lo permiten. Tampoco se encuentran asociados a industria lítica ni a fauna, tan solo había presentes restos de pequeños roedores y de un búho que no parecen tener relación con nuestros homininos.
Sin esta datación es imposible saber que lugar ocupó dentro de la filogenia humana, a pesar del estudio antropológico y las diferentes comparaciones que se han realizado con el resto de individuos fósiles. Muchos científicos han acusado a Lee Berger de haberse adelantado a la publicación oficial del Homo naledi, pues sin una datación, los fósiles no pueden adscribir a un lugar determinado en el tiempo, y de hacerlo estaríamos hablando tan solo de meras especulaciones y suposiciones, más o menos veraces, pero no realizadas con el método científico adecuado.
La segunda cuestión y la que más polémica ha generado a su alrededor, es el desconocimiento sobre cómo llegaron al interior de la cámara Dinaledi. La propuesta de Lee Berger se basa en la misma explicación que los investigadores de Atapuerca atribuyeron a los restos humanos encontrados en la Sima de los Huesos. Berger baraja la posibilidad de que fueran allí depositados por otros miembros de su “tribu”, a modo de enterramiento. Se basa en que el número de individuos es elevado y su situación en la cámara solo puede deberse a dos posibilidades: que todos murieran al mismo tiempo o que fueran transportados hasta allí, optando por la segunda opción.
Esta propuesta, criticada por gran parte de la comunidad científica, es en mi opinión, bastante descabellada y sensacionalista. El hecho de que fueran “enterrados” implica cierto sentido del duelo, de conocimiento sobre la muerte y de sentido ritual hacia los difuntos que no hemos podido constatar en otros especímenes con una cronología supuestamente posterior, además de no existir evidencias científicas que indiquen tal parecer.
Por otro lado, como anteriormente expliqué, la entrada en la cámara Dinaledi es bastante angosta y complicada, cuánto más lo sería transportando el cuerpo de un difunto. Los estudios geológicos realizados en la cueva no parecen indicar la existencia de otra apertura al exterior de la misma, ni siquiera que haya habido escorrentías de agua en su interior que hubiesen podido transportar los cuerpos de una parte de la cueva a la situación donde los encontraron Tucker y Hunter.
Respecto a este parecer, muchos medios de comunicación no especializados en ciencia, apoyaron la teoría de Berger, basándose en que algunas partes del cuerpo se encontraban en posición anatómica. Esto no quiere decir que fueran depositados por otros individuos, sino que no han sufrido alteraciones desde que yacen en la cámara.
Deberemos esperar nuevas investigaciones y sus respectivas publicaciones para aclarar estas incógnitas y otras muchas que irán surgiendo a lo largo del tiempo. De lo que no cabe duda es de que el Homo naledi añade una complicación más al árbol evolutivo, haciendo más interesante si cabe, el estudio de la evolución humana y de nuestros antepasados, una tarea difícil y duradera que poco a poco va tejiendo los hilos intentando dar respuesta a una de las tres preguntas universales: ¿de dónde venimos?

Homo naledi. FUENTE.