Las
características sociales y culturales de los neandertales constituyen
un campo de estudio actualmente muy relevante, tanto en el estudio de la
prehistoria como desde un punto de vista más mediático. A pesar de que,
aún hoy en día, existen discrepancias sobre si dicho grupo pudiera
haber desarrollado la capacidad de dar un significado simbólico a
determinados actos, los últimos hallazgos y los importantes avances en
el campo de la paleontología parecen apuntar a que estos homininos no
eran tan distintos de los actuales seres humanos en su vida cotidiana.
Los neandertales se organizaban en pequeños grupos nómadas de cazadores recolectores. El
nomadeo se ha podido determinar mediante el análisis de los isótopos de
estroncio presentes en el esmalte dental, que dependen del ambiente y
se fijan durante el crecimiento del individuo. Con este método, se
estudia si crecieron en el mismo entorno en el que fueron encontrados
sus restos fósiles. Si la huella de estroncio hallada en el esmalte
dental no coincide con la obtenida del entorno, se supone entonces que
el individuo creció en otro lugar, y, por tanto, se establece su
trashumancia. A pesar de este nomadeo, existen emplazamientos fijos en
los que se aprecia una continuidad de ocupación a lo largo del tiempo,
aunque no es posible determinar si se trataría de un mismo grupo
familiar de neandertales o de varios distintos. Este hecho puede
observarse en múltiples yacimientos, en los que se aprecian diferentes
periodos de ocupación. Entre las hipótesis propuestas para explicar su
desplazamiento continuado se baraja que se trasladaran siguiendo las
diferentes manadas de grandes mamíferos en sus episodios migratorios, ya
que su dieta estaba constituida principalmente por équidos, cérvidos y
bóvidos, entre otros.
Tal dieta dependía de la estación, aunque esencialmente estaba compuesta por grandes mamíferos, por lo que eran carnívoros de forma mayoritaria,
tal como señalan los restos de fauna procesada encontrados en diversos
yacimientos, los estudios realizados de microdesgaste dental y el
análisis de isótopos de carbono y nitrógeno en los huesos. Por otro
lado, también consumían vegetales, aunque en menor
cantidad, tal como evidencia la presencia de fitolitos en el sarro
dental. Asímismo, se hipotetiza que los neandertales utilizaran las
plantas con otros fines, no sólo como alimento. Así, en estudios
recientes del sarro dental, se han hallado trazas de vegetales como la
camomila, utilizada en la actualidad para el curtido de pieles.
La industria lítica asociada a los neandertales, el hábitat boscoso
donde vivían, el tipo de presas que cazaban y la morfología del cuerpo
apuntan a que este grupo humano seguía una estrategia “cuerpo a cuerpo” con lanzas para cazar. Posiblemente por ello es frecuente encontrar fracturas y traumatismos en el esqueleto de estos individuos. Se deduce que tanto hombres como mujeres cazarían,
de acuerdo con la falta de evidencias en el esqueleto poscraneal que
apunten a una especialización en la caza por parte de uno de los dos
sexos, mientras que en el otro hubiera una tendencia a presentar menor
robustez esquelética o inserciones musculares menos marcadas. Además,
dada la hipotética estrategia de caza de los neandertales y el número
reducido de individuos que podrían tener estas familias, es de esperar
que sería beneficiosa la colaboración de todo el grupo.
Por otro lado, sí que se observa una división por sexos en otras actividades,
según los estudios de microdesgaste dental llevados a cabo por
Estalrrich et alli. (2011) con los individuos de El Sidrón. En
consecuencia, actividades como el curtido de pieles serían realizadas
predominantemente por las mujeres neandertales, mientras que otras, como
la talla o retocado de herramientas, serían llevadas a cabo por los
hombres.
Una de las prácticas más características de los neandertales, es el uso de la boca como tercera mano,
utilizando la dentadura para actividades como el retoque de
herramientas y piezas líticas, el curtido de pieles o el despellejado de
las presas. Estas actividades dejan una huella característica en los
dientes, observándose un alto grado de desgaste oclusal, mellas en el
borde del diente y estriaciones culturales. Estudiando estas últimas, se
deduce que el individuo sujetaba el material con la boca, lo agarraba
con una mano, y lo cortaba con la otra, dejando marcas en los dientes
causadas por la herramienta utilizada, tal como hacen los actuales inuits.
Además, se pueden observar en los neandertales los llamados “surcos
interproximales”; es decir, estrías entre la corona dental y la encía
causadas por el roce repetitivo de palillos de madera, tendones o fibras
vegetales, probablemente llevado a cabo como medida de higiene o para
aliviar el dolor causado por diversas infecciones bucales. Dichas patologías se observan con frecuencia, posiblemente, debido al uso intensivo de la dentadura.
Es común en estos humanos del Pleistoceno encontrar líneas de hipoplasia dental en los dientes, que se generan en periodos de gran estrés fisiológico,
como enfermedades o deficiencias nutricionales. Esta característica
coincide con lo esperado para sociedades cazadoras-recolectoras, las
cuales soportan duras condiciones de vida. La relación
entre las líneas de hipoplasia y el crecimiento del esmalte nos permite
conocer la duración y la edad a la que se produjo el estrés. De esta
forma, se ha identificado en un gran número de neandertales un periodo
de presión fisiológica, alrededor de los tres o cuatro años, que se
asocia con la etapa de destete. Se infiere, por tanto, un intervalo de aproximadamente cuatro años entre nacimientos en
el grupo familiar neandertal, lo que coincide con actuales nómadas
cazadores-recolectores, en los que los partos se encuentran más
espaciados en el tiempo que en sociedades agrícolas-ganaderas o
industriales.
Respecto a la estructuración del grupo familiar, recientes
investigaciones basadas en el ADN mitocondrial (que se hereda por vía
materna) abonan la hipótesis de una patrilocalidad en
los grupos neandertales; es decir, un desplazamiento de las mujeres
desde su grupo de origen mientras los hombres se mantendrían en el
mismo. En recientes estudios llevados a cabo con los individuos del
yacimiento de El Sidrón, se obtuvo que la mayoría de los hombres
compartían el mismo linaje mitocondrial, mientras que ninguna de las
mujeres analizadas coincidían entre sí. Esto ocurre en grupos sociales
actuales en los que la mujer se desplaza al entorno de su pareja. Todo
ello podría traducirse en que la mujer se encontrase en una situación de
vulnerabilidad, al menos al comienzo de su vida en el grupo de su
pareja, mientras que los hombres mantendrían sus relaciones familiares
durante toda la vida, pudiendo sostener una jerarquía estable.
Para finalizar, es necesario mencionar la organización y los usos llevados a cabo por los neandertales en su área habitacional, mayoritariamente, mediante el uso del fuego. Su entorno doméstico estaba dominado por numerosos hogares que
constituirían el centro de la actividad social del grupo, alrededor de
los cuales tenían lugar las actividades de talla de las herramientas
líticas, así como el procesado, cocción y consumo de las presas. Anexos a
estos hogares centrales, existirían otras zonas en las que se
desarrollarían los procesos de descarnado que requiriesen un mayor
espacio o una mejor iluminación, según lo observado en yacimientos como
El Abric Romaní (Capellades, Barcelona). Por último, cabe mencionar la
posible construcción de estructuras de madera (por ejemplo, trípodes)
asociadas a los hogares, ya sea como soporte para habitáculos cerrados o
para realizar algún tipo de actividad ligada al fuego. También se
especula con la funcionalidad que tendrían oquedades excavadas en el
suelo entre los hogares, en cuyo interior se han encontrado numerosas
rocas calcáreas y restos de espeleotemas con fracturas térmicas (que se
producen al soportar altas temperaturas), apuntándose que podrían haber
sido recipientes para calentar agua. Por último, recientemente se han
encontrado diversos restos de uso de pigmentos y adornos personales,
como plumas y collares en los yacimientos de Grotta du Renne,
Arcy-sur-Cure (Francia), cueva de los Aviones y cueva Antón en Murcia y
en la cueva de Krapina (Croacia), que reafirman la existencia de un
comportamiento simbólico entre los neandertales.
En conclusión, y a falta de muchos aspectos que quedan por
desarrollar y otros muchos que aún deben esclarecerse, se puede deducir
que el grupo neandertal seguía un patrón social parecido a los
presentados por cazadores-recolectores actuales, con desarrollo de
prácticas y técnicas que hacen suponer que estaban dotados de
habilidades semejantes a las de estos grupos de humanos modernos en el
campo de la vida cotidiana y la supervivencia. De esta forma, podemos
aproximar que la familia neandertal muestra características
comunes a las familias humanas que encontramos hoy en día en entornos
tribales, pero con marcadas peculiaridades que la hacen singular y le
dan una identidad propia, que no se aleja demasiado de lo que popularmente consideramos como “cultura” o “humanidad”.