En los años 30, el psicólogo norteamericano Winthrop Niles Kellog decidió criar a su hijo Donald con una cría de chimpancé de siete meses de edad llamada Gua. Su objetivo era estudiar las similitudes y diferencias en el desarrollo de ambos individuos cuando son tratados de idéntica forma.
Al cabo de un tiempo quedó demostrado que la chimpancé era capaz de hacer propios una gran cantidad de patrones humanos, pero el desarrollo de Gua fue mucho más veloz en lo que se refiere a habilidades locomotoras, ya que los humanos necesitamos más tiempo para madurar, lo cual representa una ventaja en el aprendizaje. También fue capaz de responder hasta un total de 95 frases como “besa a Donald” , o “enséñame la nariz”.