Descubrimiento en la selva
El 1 de octubre de 1966 Benito Mañé, un guineano de etnia fang dispara contra un gorila que estaba destrozando plantaciones de plátanos y café. Al acercarse al animal vio que se trataba de una hembra que tenía aferrada a su cuerpo una cría completamente distinta a los demás, era absolutamente blanco. Efectivamente, era un ser excepcional ya que sería considerado como el único ejemplar de gorila albino existente en el mundo. En aquel momento se calcula que contaba con unos dos o tres años de edad, tenía los ojos azules y la piel rosada.
Un ejemplar excepcional
Al percatarse de la importancia de su hallazgo, Mañé se lleva la criatura a su casa y cuatro días después se lo vende a Jordi Sabater Pi, Director del Centro de Adaptación y Experimentación Zoológica de Ikunde, institución dependiente del zoológico de Barcelona.
Copito, fenómeno mediático
El 23 de febrero de 1967 aparece un primer artículo sobre Copito de Nieve en la prestigiosa revista National Geographic, este hecho lo da a conocer no sólo en EE UU sino a nivel internacional.
Sus primeros pasos en cautividad
La primera residencia de Copito de Nieve es un piso del Eixample en Barcelona, cuyo propietario es el Dr. Román Luera, veterinario del zoo por aquel entonces. Cuando el centro Ikunde se hice cargo de él, pesaba 8,75 kilos y la dentadura de leche completa. Su adaptación a la vida en cautividad fue muy rápida, y en un mes ya estaba en disposición de viajar a Barcelona.
Llegada al Zoo de Barcelona
El 1 de noviembre de 1966 llega a la Ciudad Condal y su aclimatación al zoo fue muy buena. De hecho, Copito ha sido uno de los gorilas más prolíficos.
Un gorila muy prolífico
El 14 de abril de 1973 nace su primer hijo de nombre Edú que moriría poco después. Desde entonces tuvo veinte hijos más de los cuales aún viven dos machos y cuatro hembras, aunque ninguno de ellos resultó ser albino. Su alimentación era rica y variada y su control médico muy riguroso con el fin de prevenir cualquier enfermedad.
Copito cae enfermo
Hace dos años se le diagnostica un cáncer de piel, el primer carcinoma que padece un gorila, debido a que, al ser albino, carece de defensas ante los rayos solares ultravioletas. El gorila recibía un tratamiento a base de antibióticos, antidepresivos, un producto anti-tumoral y un anti-inflamatorio. Jordi Portabella, director de zoo, asegura que se guardarían muestras de su ADN y material genético tras su muerte.