Durante miles de años, en el Pleistoceno, hienas, osos y otros grandes depredadores se alternaron con los neandertales en la ocupación de las grutas y abrigos del lapiaz de Pinilla del Valle, situado estratégicamente en mitad del estrecho Valle del Lozoya. Desde los “calveros” del lapiaz hombres y depredadores controlaban fácilmente el paso de grandes y suculentas manadas de herbívoros por la única entrada del valle, un auténtico paraíso para la caza.
Los yacimientos de Pinilla tienen el honor de ser el único lugar de la Comunidad de Madrid donde se han encontrado en diferentes campañas dientes de la especie Homo neanderthalensis; el último descubrimiento han sido 4 piezas correspondientes a una niña de 2,5 a 3,5 años bautizada como “Lozoya”. Probablemente era pelirroja y fue enterrada en este lugar hace 40.000 años al morir tras no superar con éxito el fin del periodo de lactancia.
El valle de Lozoya, en la sierra madrileña de Guadarrama, bien podría llamarse el valle de los neandertales, dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga. “Está protegido por dos cuerdas de montañas, rico en fauna, ecológicamente privilegiado e ideal para los neandertales, un buen cazadero para ellos”. No es una hipótesis: en los yacimientos de Pinilla del Valle, junto al pantano, se han encontrado ya nueve dientes de neandertal, restos de fogatas y miles de fósiles de animales, incluidos enormes uros (cada uno mide como dos toros), rinocerontes y gamos, entre otros.
Los neandertales son una especie humana conocida y desconocida a la vez. Conocida porque se han encontrado numerosos vestigios de su existencia en Europa hace entre 200.000 y 30.000 años. Desconocida por las muchas incógnitas que siguen emergiendo, incluida la primera: ¿por qué se extinguieron justo cuando hizo su aparición en el continente nuestra especie actual? Tampoco se sabe a ciencia cierta si eran capaces de hablar... ni si convivieron en el territorio compartido con el homo sapiens o las dos especies se ignoraron hasta que una, la nuestra, proliferó y la otra se perdió para siempre... Los científicos que se ocupan de los yacimientos de Pinilla del Valle pueden hacer aportaciones importantes para encontrar respuestas sobre la vida de los neandertales.
Con los datos obtenidos hasta ahora, los científicos han podido deducir que la niña de Lozoya midió menos de un metro y que fue rubia o pelirroja. Además, las características del lugar en el que fue descubierta apuntan a que, probablemente, sus congéneres prepararon una sepultura y llevaron a cabo "algún tipo de ritual funerario", según el arqueólogo, director del Museo Arqueológico Regional y codirector del yacimiento, Enrique Baquerano. Entre las posibles causas de su muerte, los científicos han citado la elevada mortalidad de los menores tras el destete -etapa en la que se encontraría la niña de Lozoya-, y la posibilidad de que su madre quedase embarazada de nuevo, algo que, según los expertos, ponía en riesgo la supervivencia del hijo anterior.
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Los neandertales son una especie humana conocida y desconocida a la vez. Conocida porque se han encontrado numerosos vestigios de su existencia en Europa hace entre 200.000 y 30.000 años. Desconocida por las muchas incógnitas que siguen emergiendo, incluida la primera: ¿por qué se extinguieron justo cuando hizo su aparición en el continente nuestra especie actual? Tampoco se sabe a ciencia cierta si eran capaces de hablar... ni si convivieron en el territorio compartido con el homo sapiens o las dos especies se ignoraron hasta que una, la nuestra, proliferó y la otra se perdió para siempre... Los científicos que se ocupan de los yacimientos de Pinilla del Valle pueden hacer aportaciones importantes para encontrar respuestas sobre la vida de los neandertales.
Con los datos obtenidos hasta ahora, los científicos han podido deducir que la niña de Lozoya midió menos de un metro y que fue rubia o pelirroja. Además, las características del lugar en el que fue descubierta apuntan a que, probablemente, sus congéneres prepararon una sepultura y llevaron a cabo "algún tipo de ritual funerario", según el arqueólogo, director del Museo Arqueológico Regional y codirector del yacimiento, Enrique Baquerano. Entre las posibles causas de su muerte, los científicos han citado la elevada mortalidad de los menores tras el destete -etapa en la que se encontraría la niña de Lozoya-, y la posibilidad de que su madre quedase embarazada de nuevo, algo que, según los expertos, ponía en riesgo la supervivencia del hijo anterior.
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