Se usaban uno o dos colores que se obtenían con pigmentos minerales (carbón para el negro, ocre u óxido de hierro para el rojo o el amarillo…) u orgánicos (manganeso, para el gris), la mayoría de los autores coinciden en que bastaba con disolverlos en el agua recogida en la propia caverna, luego al ser aplicados la pared de roca húmeda absorbía la pintura y la gran cantidad de caliza disuelta la cristalizaba, dándole suficiente durabilidad.