a sus 81 años viaja 300 días al año para concienciar
La mayor experta mundial en estos animales, con los que compartimos el 98% del genoma, ha celebrado en Madrid 55 años de investigación, educación y conservación de la vida salvaje Leer más: Jane Goodall: Es arrogante pensar que somos diferentes de los chimpancés. Noticias de Tecnología http://goo.gl/Mx5TbfHace más de 20 años, la primatóloga británica Jane Goodall encontró una cría huérfana de chimpancé, atada y casi moribunda, en un mercado de Congo. Tras lograr que las autoridades la confiscaran le procuró cuidados veterinarios y un refugio. Fue la primera pequeña rescatada por el Instituto Jane Goodall en dicho país, que tiene sede en 29 naciones incluida España. Dos décadas después siguen luchando contra el tráfico de animales y la caza furtiva, mientras llevan a cabo labores educativas y de sensibilización. Por algo la doctora es una de las científicas más influyentes de la historia por su trabajo y su incansable activismo en búsqueda de un mundo más sostenible.
“Si continúa el comercio ilegal, la destrucción de bosques, la captura de crías y las investigaciones médicas los primates se extinguirán. Pero no dejaremos que eso pase”, asegura a Teknautas Goodall, que visita España para presentar su libro 55 años en Gombe y celebrar más de cinco décadas de investigación y activismo. También aprovecha su charla en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología para, como ella mismo dice, “alcanzar los corazones de la gente”. Y añade su deseo: “Que todos entiendan lo increíbles que son estas criaturas, cuánto queda por aprender de ellas y cuánto pueden enseñarnos”.
'Dejemos que los jóvenes crezcan dándose cuenta de que no necesitas dinero para ser feliz. De hecho la gente es más dichosa cuando no tiene mucha riqueza'
Lo cierto es que basta con escucharla cinco minutos para contagiarse de un espíritu de lucha que ha logrado que, en cinco décadas, estos simios dispongan de tres veces más territorio. “Cabe decir que los chimpancés del Parque Nacional de Gombe (Tanzania) no estarían vivos si no hubiésemos trabajado con las comunidades de alrededor. Hace 12 años todo estaba deforestado pero la selva está volviendo”, añade. A sus 81 años, los ojos de esta experta mundial en primates todavía brillan con pasión mientras habla de sus chimpancés.
Pero todas las medidas de conservación no han sido suficientes. Los chimpancés siguen en peligro de extinción por la caza furtiva y la deforestación de su hábitat y se calcula que sobreviven entre 170.000 y 300.000 ejemplares. Al final Goodall tuvo que abandonar su actividad investigadora para dedicarse íntegramente a viajar, 300 días al año, mientras conciencia al mundo de lo importante que es salvar a estos primates. Confiesa que echa de menos el trabajo científico, pero afirma con rotundidad que lo que hace ahora es lo que tiene que hacer.
Su decisión parece la correcta y los reconocimientos recibidos lo certifican. Goodall fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2003 y con el Premio Internacional Cataluña este mismo mes. Fuera de nuestras fronteras la lista se alarga hasta el horizonte: la Legión de Honor francesa, el título de Dama del Imperio Británico, la Medalla de Oro UNESCO y así hasta un centenar más.
Los chimpancés siguen en peligro de extinción por la caza furtiva y la deforestación y se calcula que sobreviven entre 170.000 y 300.000 ejemplares
La preocupación por estos animales ha llevado a ciertas personas a reclamar para ellos derechos similares a los nuestros. Por desgracia la primatóloga considera que lograr este estatus no serviría de mucho, ya que “hay violaciones masivas de derechos humanos cada día y no creo que supusiera ninguna mejora para los simios”. Su finalidad es otra: luchar por la responsabilidad humana.
Tanto interés y amor hacia estos animales no es casual. Ningún otro ser vivo se parece tanto a nosotros como el chimpancé, y el trabajo de Goodall ha hecho mucho por demostrarlo. Gracias a ella sabemos que pueden fabricar herramientas y experimentar emociones como tristeza y alegría. También hacerse cosquillas y participar en cruentas guerras entre grupos.
Lo que la primatóloga observó en África en los 60 lo confirmó más tarde la genética: el ADN de estos animales difiere del nuestro en apenas un 2%. Por este motivo usted podría recibir una transfusión de sangre de uno de ellos sin problemas (siempre y cuando compartieran el grupo sanguíneo). Se trata de coincidencias notables, pero para la doctora todavía hay más: “Estas criaturas nos han enseñado lo arrogante que ha sido el ser humano al pensar que era diferente de los chimpancés y del resto del reino animal”.
Para Goodall es primordial un cambio de mentalidad en el ser humano. “En un mundo sobrepoblado es bastante absurdo pensar que el desarrollo económico puede ser ilimitado. Los recursos naturales del planeta son finitos y los tratamos como si fueran a durar para siempre. Tenemos que respetar la naturaleza”.
El problema, en su opinión, es la codicia: “Debemos ser menos avariciosos. Existe un estilo de vida insostenible en el que bastante gente tiene mucho más de lo que necesita”. La solución, la educación: “Dejemos que los jóvenes crezcan dándose cuenta de que no necesitas dinero para ser feliz. De hecho la gente es más dichosa cuando no tiene mucha riqueza”.
Los chimpancés pueden fabricar herramientas y experimentar emociones como tristeza y alegría. También hacerse cosquillas y participar en guerras
El ser humano es muy parecido al chimpancé, pero a la vez distinto. En ese 2% de diferencia en su código genético se encuentra incrustado el Renacimiento, la música y la conquista espacial. Goodall alaba las increíbles proezas tecnológicas e intelectuales de las que hemos sido capaces. Y por eso se lamenta y extraña de que “una criatura con semejante inteligencia esté destruyendo su único hogar”.
En julio de 1960, hace 55 años, una veinteañera Jane Goodall llegaba al actual Parque Nacional de Gombe para iniciar sus estudios con chimpancés, a pesar de que todavía no había pasado por la universidad. Hoy celebra más de cinco décadas de investigación, educación y conservación de la vida salvaje. Otro naturalista británico, Charles Darwin, pensaba que el ser humano acabaría por extinguir a todos los primates superiores al considerarlos como rivales en la carrera evolutiva. La misión de esta doctora, viajera intrépida e incansable, es conseguir que esta predicción sea errónea.