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En un artículo de Alicia Rivera, redactora de elpais.com,
podíamos leer sobre los recientes descubrimientos hechos por
científicos norteamericanos acerca de nuestro antepasado el Neandertal y
los vínculos señalados en nuestro propio ADN.
El estudio afirma que el 1,3 % de
nuestros genes son de este misterio evolutivo que durante décadas ha
supuesto un río de especulaciones entre los historiadores,
paleontólogos, arqueólogos, etc. No hay nada mejor que un genetista para
que te rompa una teoría. Pero, ¿tenemos un pariente lejano llamado
Neandertal?.
Los Neandertales
(100.000 a 40.000 años) se encuadran en el grupo del “género Homo”, cómo
el Hábilis, el Erectus, el Antecessor (antepasado común entre el
Neandertal y el Homo Sapiens), anteriores a él o el Sapiens posterior.
Lo que marcó la diferencia entre esta especie y los primeros homínidos
fue el bipedismo.
El bipedismo podría considerarse el mayor avance de nuestra especie que jamás existirá. Nuestra nueva forma de locomoción provocó importantes modificaciones en la zona inferior de la columna, pelvis y piernas, además de otras considerables transformaciones en la fisonomía: El aumento del tamaño cerebral, acortamiento de la cara, reducción de la mandíbula y empequeñecimiento de las muelas en favor del aumento de tamaño de los dientes anteriores. Gracias a estos cambios/avances físicos, nuestra forma de vida evolucionó. Una consecuencia directa del bipedismo fue la de mantener las manos libres para coger objetos, manipularlos o lanzarlos contra una presa.
El bipedismo podría considerarse el mayor avance de nuestra especie que jamás existirá. Nuestra nueva forma de locomoción provocó importantes modificaciones en la zona inferior de la columna, pelvis y piernas, además de otras considerables transformaciones en la fisonomía: El aumento del tamaño cerebral, acortamiento de la cara, reducción de la mandíbula y empequeñecimiento de las muelas en favor del aumento de tamaño de los dientes anteriores. Gracias a estos cambios/avances físicos, nuestra forma de vida evolucionó. Una consecuencia directa del bipedismo fue la de mantener las manos libres para coger objetos, manipularlos o lanzarlos contra una presa.
Nuestra cultura, nuestras relaciones
sociales se volvieron más “sofisticadas”, apareciendo ya el lenguaje o
algún tipo de incipiente comunicación no articulada. Eran una especie de
depredadores, viviendo en cuevas y alimentándose de lo que pescaban o
cazaban. Con el tiempo formaron organizaciones sociales basadas en grupos nómadas, dirigidos por un jefe, que fabricaban instrumentos o pintaban en abrigos.
¿Y el Homo Neandertal?.
Si hubiéramos excavado en Villars o Les Echets (Francia) encontraríamos
un cráneo de estructura arcaica, pero no con menos masa encefálica.
Sujetándolo con una mano, en pose Hamlet, admiraríamos unos dientes
adelantados, una nariz ancha, una frente prominente y la ausencia de
pómulos; Un tipo singular. Su expansión se produjo por toda Europa. Se
sabe por los restos que eran hábiles recolectores y que además de ser
cazadores de grandes mamíferos podrían haber sido carroñeros. Su
conocimiento del fuego es avanzado, al igual que su idea de la muerte:
Ya comenzaban los primeros enterramientos. Donde destacaron fue en su
cultura lítica, con utensilios, con hachas de mano en piedra o tallas de
madera. Los grupos se unían para formar comunidades que habitaban en
grandes cuevas o en campos abiertos.
Tal vez solo poseamos un poco de
Neandertal, un poco de esa incógnita de la evolución que sobrevivió a
condiciones climáticas extremas, que inició el primer lenguaje y los
primeros ente